viernes, 26 de octubre de 2012

La familia en la colonización y la llegada de la Iglesia Católica.



La historia de la familia en Colombia no inicia con la llegada de los Españoles, como quizás puede llegar a dar la impresión el subtitulo que  encabeza el presente escrito. En la época precolombina los  nativos, quienes habitaban no en un territorio delimitado por el nombre de Colombia, ni aun por la denominación de continente Americano, sino por un vasto territorio, en el que se encontraban ubicados por las condiciones favorables de la tierra y de los recursos brindados por el medio, poseían, contrario a lo que consideraban los españoles, una organización y un desarrollo social avanzado, algo que generó en los mismos conquistadores admiración y asombro. Algunos se encontraban organizados  en cacicazgos de carácter hereditario-sedentario y otros en  pequeños grupos o tribus, dedicadas a la recolección y la pesca ocasional y por tanto nómada. Los pueblos más avanzados representados en las dos familias más grandes los Chibchas en los que se encontraban los Muiscas, los Taironas, los Cuevas y los cunas del Darién y los Caribes que incluían los indios del Magdalena y de la costa Atlántica y el rio Cauca (Pantágoras, Muzos, Panches y Pijaos), se dedicaban principalmente a la agricultura, inicialmente  al cultivo de la yuca, y luego con el aumento en la población y la influencia de los pueblos Aztecas y Mayas provenientes del Norte se inició el cultivo del maíz, a pesar de que se posee poca información acerca de la historia de estos pueblos, debido a reducidas excavaciones realizadas, aun así los historiadores y sociólogos coinciden interpretando la poca  información y de los datos registrados por los mismos españoles, que estos pueblos se encontraban en una organización semejante a los reinos y noblezas ya conocidos por los Europeos, estos conformaban grandes pueblos que dependían principalmente de la agricultura y el intercambio comercial con pueblos vecinos.  La presencia de mitos y leyendas, las cuales realmente surgen de la interpretación de los españoles frente a los ritos realizados por estos pueblos para rendir culto a sus dioses, como es el caso de la leyenda del Dorado, en los chibchas, la cual surge de  la forma particular de elegir al heredero del cacicazgo, el cual debía purificarse en una cueva sin tener relaciones sexuales, y después era cubierto de polvo de oro y junto con los sacerdotes ofrendaban objetos de oro, simbolizando los cinco soles cósmicos y luego debía sumergirse, lo cual fue denominado por los conquistadores como el Dorado, la creencia de que existía una ciudad en la que se encontraba todo ese oro. La presencia de estas creencias, eran el resultado de un avance en la astrología y las matemáticas  en estos pueblos, los cuales poseían su propio calendario en el que los días eran contados por soles y los meses por lunas con sus menguantes y crecientes, dividido en cuatro partes, y junto a esto sus fiestas muy similares a las fiestas celebradas en Europa y Asia, entre estas se encontraban las fiestas de las cosechas y las siembras, con agradecimientos y peticiones al  dios Sol (Bochica).
La complejidad de esta sociedad precolombina se manifiesta en la organización familiar representada principalmente por las características que poseía la forma de sucesión del cacicazgo. Para estas primeras sociedades del territorio Colombiano era tan importante conservar la descendencia noble, que en algunos pueblos se practicaba la endogamia como la forma más efectiva de mantener la dignidad y la nobleza. De este mismo modo el cacicazgo era heredado por el hijo mayor del cacique, y en otros era el hijo mayor de la hermana del cacique quien heredaba.
Es así como la familia estaba influenciada principalmente en los aspectos religiosos que les concedían el carácter divino  al cacique y su familia, pero también del carácter político y económico. La gran necesidad de muchos de estos pueblos de defenderse frente a las amenazas de invasión de  pueblos vecinos, los llevaba a elegir caciques que  proporcionaran unidad y seguridad a la tribu, este es el caso de los pueblos que no se organizaban por el cacicazgo, sino que poseían un comunismo primitivo, donde todos los integrantes de la tribu poseían el mismo status y las mismas responsabilidades dentro de la organización social. Pero más que simples cacicazgos y familias endogámicas, estos mostraron su complejidad sobre todo en la división social, en la que se encontraban nobles, guerreros, artesanos y la amplia población dedicada a la agricultura  y el comercio.
Al llegar los españoles a la Colombia precolombina, les llamó la atención esta compleja organización social, lo que los llevó a mantener inicialmente un intercambio pacifico y sin interés alguno de colonización. Solían llegar a las costas de la Guajira, Santa Marta y el Urabá, y cambiaban a los nativos peines, vidrios, agujas, tijeras, cuentas de colores, cintas y papeles por grandes cantidades de oro, el cual era destinado a los gastos del viaje, el resto era partido entre los ocupantes del navío y los financiadores del viaje. El insaciable deseo de oro por parte de los españoles los llevó a conseguir mediante falsos informes, cedulas reales para legalizar la esclavitud de estos indios y pudieran ser considerados como caribes (caníbales) “en 1503 la Reina Isabel permitió que se capturaran como esclavos los “caribes”, nombre que se daba a los indios caníbales y belicosos”[1].

Fue a través de la esclavización de los nativos, del robo del oro y la toma de las aldeas como se inició la colonización en lo  que se denominó el Virreinato de la Nueva Granada, aun sin haber presencia de la Iglesia Católica, ni de monjes o frailes que los persuadieran a convertirse al cristianismo, estos fueron acusados de no querer bautizarse y de ser caníbales por lo tanto esclavizables                  “los que se resistieran, se enfrentaran violentamente a los españoles o se opusieran a la predicación del evangelio podrían ser esclavizados”[2], de esta forma los conquistadores consiguen la aprobación por parte de la monarquía y de la Iglesia de entrar  - fuego y sangre –  “Esta decisión se fundaba en que los indios no habían aceptado “ser doctrinados en las cosas de nuestra Santa Fe Católica, ni estar a su servicio y en su obediencia”; muchas veces, dice la Cédula Real, “los habían requerido... que fuesen cristianos y se convirtiesen”, pero no habían querido. Por estas razones, se autorizaba su captura”[3], algo que no debían  realizar, ya que la corona los consideraba como vasallos libres, propiedad de los reyes y nadie podía esclavizarlos o matarlos según la bula Veritas Ipsa o Sublimis Deus del Papa Paulo III en el año de 1537 “...Aquellos indios, como verdaderos hombres que son, no solamente son capaces de la fe cristiana, sino que se acercan a ella con muchísimo deseo,... con autoridad apostólica por las presentes letras determinamos y declaramos,... que los dichos indios y todas las otras naciones que en lo futuro vendrán a conocimiento de los cristianos, aún cuando estén fuera de la fe, no están sin embargo privados ni hábiles para ser privados de su libertad ni del dominio de sus cosas”[4]. A través de Paulo III se reconoce la capacidad que poseían los indios de la racionalidad, por lo que se les concedía la dignidad de “verdaderos hombres”   y resaltando que su capacidad no solo les permitía acoger la fe, a la cual todos estaban llamados tanto niños como adultos por lo que no era necesario tener conciencia del bautismo solo disposición por parte del bautizado o de sus padrinos, sino que también existía por parte de estos una cercanía a la predicación y las enseñanzas de la Iglesia. Lo que permite ir mas allá del simple hecho de querer ser bautizados, sino que su deseo de interactuar con los españoles, no responde a la imagen caricaturesca de indios que adoraban a los españoles como a dioses, lo cual está mas atravesado por el narcisismo propio de la nobleza, sino que estos poseían un deseo de acoger nuevos conocimientos de realidades ajenas a ellos, admiración por objetos nunca antes vistos, ni imaginados por ellos, pero a los cuales se acercaban para conocerlos, para el intercambio cultural y comercial. El valor asignado a los metales preciosos permitía  en la construcción psíquica de los indios ser intercambiados por objetos desconocidos que en algún momento también causaron admiración en los mismos habitantes del viejo mundo, un peine poseía por tanto igual o quizás más valor que un objeto de oro o plata, por su carácter de innovador y desconocido, lo que permite en los Europeos dar dinero por un peine, igual los indios dar oro o perlas, que constituía lo cotidiano y conocido por ellos, la forma como comercializaban los productos en Pesos Oro, el mismo comercio complejo y constante en el que se basaban estas culturas refleja, el desarrollo psíquico de estas personas, el cual no se refería al primitivo trueque, como parece evidenciar el intercambio de metales preciosos por objetos de aparente carencia de valor (peines, vidrios, agujas tijeras etc.), sino que era realmente un intercambio  comercial entre lo que poseía un gran valor para los indios (oro, esmeraldas, perlas) y aquello de lo que se valieron los Españoles para intercambiar (peines, vidrios, agujas tijeras etc.), en un intento por engañar a quienes consideraban inferiores. Contrario a lo planteado por la Iglesia en su afán por difundir el evangelio a todos los hombres y de darles la dignidad de hijos de Dios a través del bautismo, los conquistadores alegaban y justificaban la esclavitud confirmando el canibalismo, como muestra de la irracionalidad de los indios, de una aparente inmadurez psicológica  y por lo tanto eran comparables con los animales, inferiores a los hombres y los cuales recurriendo a la tradición judeo-cristiana están sometidos a la humanidad “Mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra”[5].  Es así como estos, consiguen la aprobación por parte de la Corona de esclavizar a los indios. Así se da inicio a la colonización que resultó ser una entrada violenta y sanguinaria contra aquellos que se resistían a entregar su oro o no aceptaban ser esclavizados. Con este encuentro entre españoles e indios, se genera un choque entre culturas, el cual terminó con el aniquilamiento del orden social de los nativos y la imposición burda del nuevo orden social español. A pesar de esto, la resistencia de los pueblos indígenas, las constantes luchas libradas contra los españoles, permiten dar cuenta del desarrollo social y de la identidad cultural, de la defensa de sus costumbres, de sus pertenencias y de la presencia de la libertad como una construcción no solo subjetiva, sino más bien colectiva, en los pueblos indígenas. La historia de la familia en la colonia inicia, con una serie de abusos, de actos repudiados tanto por la Iglesia como por la monarquía pero ante lo que no se hizo nada efectivo, la astucia de los españoles les permitía interpretar las cédulas reales de manera que se beneficiaran de las mismas. Con la entrada violenta a los pueblos, se generaban violaciones, raptos y el mantenimiento de coitos sexuales esporádicos con las mujeres de estos pueblos “fue repartida esta presa por los capitanes y soldados, según al teniente (Jiménez de Quesada) pareció, procuraron todos enseñar la lengua española a estas mujeres para poder entenderse con ellas, la cual tomaron en breve”[6], lo que provocó el surgimiento de un nuevo grupo el cual no se sabía cómo incluirlo dentro de la sociedad  ya que eran hijos ilegítimos de españoles e hijos de indias no bautizadas. Este hecho fue notificado  a los reyes y a la Iglesia, quienes indignados prohibieron toda unión con indias que no estuviesen bautizadas “que ningún cristiano se eche con india que no sea cristiana”[7], y los hijos de estas no podían ocupar cargos públicos como encomendaderos, ni podían llegar a ser sacerdotes, a menos que fuesen legitimados por sus padres, los cuales fueron muy pocos casos. Ante tal  situación los españoles resolvían bautizar ellos mismos a las indias antes de acostarse con ellas y así resolvían uno de sus principales problemas, por lo que  fueron luego obligados a casarse con ellas o con mujeres españolas, los cuales eran matrimonios poco comunes ya que las mujeres españolas eran muy pocas en las indias. Frente a esta situación fue creciendo la población de mestizos, entre los cuales algunos pocos eran acogidos por su familia española y criados, aunque no gozaban de los privilegios que gozaban los hijos legítimos. Ni con el matrimonio entre españoles e indias o españolas se logró erradicar esta práctica, y las indias se convirtieron en concubinas, de las cuales los mismos españoles se admiraban de la forma tan especial como los trataban “Las indígenas que se apañaban con los conquistadores eran como perros domésticos, estas mujeres criadas para obedecer y depender, preferían un amo que formaba parte del mundo de los fuertes y triunfadores, antes que ningún señor o que un amo sumido en el desconcierto del derrumbamiento de su propio mundo”[8]

Este primer encuentro entre culturas, basado en encuentros sexuales esporádicos y violaciones, impuso a los nativos un nuevo modelo de familia, en el que se debían adherir por ley los esclavos que estaban obligados a servir a sus señores y los pocos mestizos legitimados que no encontraban ninguna dificultad con la esposa de su padre, normalmente era posible cuando no se tenía hijos dentro del matrimonio. La religión surge aquí más como una imposición y un método anticonceptivo que por una predicación basada en la convicción y la conversión del indio. Lo que lleva a la Iglesia Católica a emprender una evangelización basada en la bula papal Inter Coetera del 4 Mayo de 1493 de Alejandro VI, en las tierras descubiertas por Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa. Con la llegada   de los frailes mendicantes encargados de la predicación del nuevo mundo, de Franciscanos y Dominicos a la ciudad de Santa Marta se inicia una ruptura entre las antiguas formas de gobierno y la exigencia por parte de la monarquía de organizarse en pueblos, quienes eran asignados a una orden religiosa para su evangelización. De esta forma se encuentra en la Iglesia Católica la posibilidad de ser tratados con dignidad o al menos de conseguir un matrimonio con un español. Los mestizos que eran legitimados, resolvieron aspirar al sacerdocio como salida a la discriminación racial vivida en ese momento en toda América, y brindó a la Iglesia la solución a un problema que venía preocupándolos, la falta de clero.

Estos nuevos sacerdotes conocedores del español y de las lenguas indígenas, hacían más fácil la evangelización y cristianización del Virreinato de la Nueva Granada. La adquisición de nuevas leyes inspiradas en la doctrina de la Iglesia y las exigencias de la corona, fueron posibles a través de un método ideado por los frailes, que consistía en tomar los símbolos  cristianos y darles otro contenido, asimilable para los indígenas y que tuviesen elementos propios del medio en el que se encontraban, otros por el contrario tomaban  los símbolos indígenas y les daban un contenido cristiano, lo que dio origen a la religiosidad popular.  Un ejemplo claro es la comparación entre Tonantzin, una de las formas de la diosa madre en Mesoamérica, con la virgen María y a Ometéotl, señor de la dualidad para significar a Dios, en otros lugares se asociaba a la Pachamama con todas las advocaciones marianas y a Cristo con Taitacha Temblores, divinidad que protegía de los desastres naturales.  Esta ingeniosa idea permitió la rápida expansión del cristianismo, ya que permitía tramitar de manera rápida y sana la ruptura generada en las simbolizaciones propias de las culturas indígenas (ritos, costumbres, organización social y familiar, formas de comercio, economía, religión etc.) por las creencias y costumbres cristianas, infundidas tanto por la Iglesia como por la Corona.  Aunque generó un mal aun mayor dentro del seno de la Iglesia referente al Dogma.  Lo que ocurre en la época de la Colonia en Colombia es que hay un gran control socio religioso sobre la vida y los comportamientos, además de que los valores cristianos se van incrustando en la cultura y se puede hablar de una cultura cristiana en términos globales”[9],  con esta evangelización inicia la historia entre las constantes transformaciones en la familia Colombiana producto de la interiorización de las enseñanzas católicas, sus ritos y costumbres. La organización social se centró en la familia, la cual  debía  estar ligada al santo Matrimonio Católico como la única forma viable de acceder a la unión entre un hombre y una mujer, aparece el concepto de pecado, refiriéndose a las distintas actividades rechazadas por la Iglesia entre la cual se encontraba la endogamia; el bautismo como el medio por el cual hacerse hijos de Dios y adquirir el carácter de seres humanos, así como la conformación de familias nucleares, compuestas por un hombre, una mujer y sus hijos, como base de la sociedad, aunque la dinámica social giraba en torno a todo el macro grupo familiar conformada por los padres, abuelos, hijos, sobrinos y hermanos entre otros miembros (familia extensa); contrario a lo que podría llegarse a pensar, las familias en  tiempos de la colonia, no estaban conformadas por altos números de hijos, lo que respecta a las familias de clase media y baja vivían  en cuartos reducidos y con poca ventilación en el cual se realizaban la mayor parte de las actividades familiares, como el cocinar y el lavar, es así que los miembros de la familia dormían en la misma cama. Las familias normalmente estaban compuestas por el padre, la madre y tres o cuatro hijos, debido a los altos índices de mortalidad infantil, la mayoría de los hijos morían por causas muy diversas, entre las cuales se encuentran  la pobreza y  la falta de atención médica. Los conceptos de privacidad y  de individuo no existían  en la sociedad, debido a que esta se encontraba compuesta por familias, como pequeños grupos en los que se desarrollaban todas las actividades de la vida diaria, el trabajo, la educación, los oficios domésticos, inclusive el asistir los domingos a la misa, único lugar público en el que se desenvolvían las personas, constituía una actividad realizada en familia. Es por eso que el  término más adecuado para referirse a quienes componían la familia sería el de miembros, los cuales poseían un lugar y funciones determinadas por el poder eclesiástico y civil. Estas condiciones propiciaban problemáticas tales como el abuso y el acoso sexual a las mujeres, los cuales en la mayoría de los casos eran ocasionados por los maridos o los padrastros, por lo que el  número de madres solteras en la colonia era elevado, éstas normalmente no estaban casadas o no convivían con el padre de sus hijos, el abandono de los hijos en hospicios o iglesias, por cuestiones tales como la pobreza en las familias de clase media y baja y la ilegitimidad en familias adineradas. Los miembros de la familia no solo eran los padres y los hijos, las familias también estaban compuestas por  la servidumbre, una hermana del padre o la madre, una madre soltera o un sobrino huérfano; también se encontraban hermanos o hermanas solteras y sin hijos, que vivían en una misma casa y se organizaban como familia ante la sociedad, esto eran variados, diversos pero reducidos.

Los niños constituían para las familias a partir de los 10 años fuerza de trabajo, por lo cual era conveniente el alto número de hijos. Este aun antes de nacer pertenecía al padre en lo que constituía la patria potestad. El cuidado de los niños  al nacer, en su mayoría de clase alta y media, se le transfería a una nodriza o amas de cría, las cuales eran ajenas al ambiente familiar,  y proveían al niño de la alimentación, inclusive del periodo de lactancia, ante lo cual contrataban mujeres recién paridas, que abandonaban a sus hijos para trabajar en la crianza de  niños cuyos padres poseían mejor condición económica, de aquí surge el termino  hermanos de leche.  Estas también se encargaban de que los niños no adquirieran comportamientos semejantes a los animales, debido a que se tenía la creencia de conducir a los niños recién nacidos y vestirlos con una faja para que no se desviara su comportamiento y se convirtieran en animales.  En las familias de clase baja o sectores pobres, la crianza  de los hijos desde el nacimiento hasta los tres años correspondía a  la madre, lo que constituía para la Iglesia Católica un medio de planificación natal. A partir de los 4 años hasta los 25 años de edad, los hijos eran subordinados al padre, el cual les brinda comida, vestido y vivienda a cambio de respeto y sumisión; este acuerdo le daba al padre, derecho de usufructuar las ganancias salariales de sus hijos trabajadores. Existían cuatro formas de ejercer el poder los padres sobre sus hijos, a través del matrimonio legal o católico, que constituían uniones de conveniencia entre familias, por decisión judicial, el padre podía acudir ante un juez y determinar la sumisión del hijo, cuando este por rebeldía se rehusase  a someterse, si el padre hubiera liberado al hijo de su poder, pero cometiera una falta, retornaría al poder del padre  y por medio de la adopción. El padre le proveía a los hijos de cuidados y orientación, su labor se encontraba en el civilizar, domesticar  y domar a los hijos a través de la autonomía y la represión, lo que garantizaría la supervivencia del niño y favorecería su crecimiento, el desarrollo psicosocial y la aprehensión de  conocimientos o profesión, normalmente,  se heredaba el oficio del padre y sus herramientas. A partir de los 12 años, el niño debía aprender un oficio, por lo que debía trabajar para su padre u otra persona como aprendiz o sirviente.
Con la influencia Española,  específicamente Católica, los hombres desde que nacían, poseían una diferenciación o categorización;  de esta forma existían libres o esclavos, nacidos o por nacer, clérigo o civil, por su religión o sexo. La estratificación social, determinada por la cultura Española, iniciaba con los hijos del Rey, los cuales eran denominados Infantes, definido como “mozo menor de siete años, que está sin pecado y sin mancha alguna[10]. Los hijos de los nobles eran llamados Infanzón, categoría que heredaba de su padre, le seguían el Hidalgo “persona noble de casa y solar conocidos y como tal está exento de los pechos y derechos que pagan los villanos” aunque estos no poseen los privilegios que poseen los noble, los hijos de los nobles que no poseían riquezas se llamaban Escuderos, estos se denominaban  de esta forma  por su condición o situación más que por una categoría. Por último se encuentran los hijos de la tierra que eran los huérfanos, los cuales se diferenciaban del resto de la sociedad por el término latino ignotibus parentibus natus  y los hijos de la piedra, (expositum, fortune infans) que eran igualmente huérfanos que sobrevivían a través del pedir limosnas y de los cuales no se sabía nada de sus padres.

De  esta forma se mantuvo gracias al yugo mantenido por los españoles sobre todos los nativos, los mestizos y aun las pocas comunidades africanas, hasta los tiempos  de ideas revolucionarias, que llevarían a la independencia.



[1] MELO, Jorge Orlando. HISTORIA DE COLOMBIA: El Establecimiento de la Dominación Española.  Bogotá: La carretera, 1978.  Pág. 26.
[2] Ibíd. Pág. 26.
[3] Ibíd.   Pág. 59.
[4] PAULO, Suess. La conquista espiritual de la América Española: Doscientos documentos del siglo XVI. (Documento electrónico en línea): http://repository.unm.edu/bitstream/handle/1928/10970/La%20conquista%20espiritual%20de%20la%20Am%C3%A9rica.pdf?sequence=1
[5]BIBLIA DE JERUSALEM, Génesis 1, 26b. Bilbao: Desclée de Brouwer, Tercera Edición  2005. Pág. 14.
[6] Op.cit. MELO, Jorge Orlando. Pág. 144.
[7] Op.cit. MELO, Jorge Orlando. Pág. 144.

[8] VILLALOBOS CALDERON, Liborios. Las obreras en el porfiriato. Ciudad de México:    Plaza y Valdés Editores, 2002. Pág. 33.
[9] ARBOLEDA MORA, Carlos. Historia del pluralismo religioso en Colombia.  Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, 2002. Pág. 15.
[10]  PAEZ MORALES, Guillermo. Familia, Infancia y Sociedad en la colonia neogranadina: estudio sociológico  e histórico. Bogotá: Universidad Santo Tomas, 2006. Pág. 24.

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