viernes, 26 de octubre de 2012

Década de los 60” y 70” - Fin del Siglo XX y Principios del Siglo XXI.


A pesar de que en los años 20, 30 y 40 se inició la modernización de Colombia, nuevos conflictos entre Iglesia y Estado,  y por ende las transformaciones en la estructura de la  familia Colombia, en lo que respecta a la influencia de la religión en esta estructuración o mantenimiento del modelo, la década de los 60 y 70 merecen ser abordados de manera detallada, debido a los grandes aportes que  la Iglesia Católica da, referente al modelo cristiano y tradicional de la familia, contrario al avance de los modelos familiares e influencias recibidas de otros países, la desestructuración y disfuncionalidad de la familia como institución, estructura y grupo social. Los aportes de la Iglesia  se hacen manifiestos en el Concilia Vaticano II que representó una renovación en la misión evangélica de la Iglesia en todos sus campos de acción, y en especial a la familia como Iglesia doméstica y célula fundamental de la sociedad. En esta misma línea pero dirigida a aspectos específicos de la familia como son el lugar de la paternidad, el uso de métodos anticonceptivos y la transmisión de la fe y la vida, la polémica encíclica de su santidad el Papa Pablo VI.  En estas dos décadas se pretende esbozar la intervención de la Iglesia frente a muchas dificultades presentadas en los Católicos y acatólicos, y en el mundo entero, referente a estos temas nunca antes abordados y que surgen del influjo del modernismo en la sociedad, lo que representa  la misión de la Iglesia por ayudar a conservar la dignidad humana, y el uso adecuado y responsable de la sexualidad en los matrimonios, en  la familia.

Contrario  a las intervenciones de la Iglesia  referente a la familia y su estructuración y principios morales, la familia movida por la secularización y los transformaciones que venía produciendo la modernidad en la sociedad, pasaría de ser la base de la sociedad y se le daría este lugar al individuo, así la familia entraría a ser la constructora de la individualidad, (espacio de experimentación subjetiva), el individualismo (predominio de los intereses individuales) y la privacidad (reconocimiento de privilegio del mundo subjetivo y al sujeto individual),  al ser considerada por la sociedad como la  primera agente de socialización y modelo en la construcción de la estructura del sujeto. Entre las transformaciones que la familia experimentaría en la modernidad se encuentra el paso de una organización colectiva a un grupo nuclear conformado por la pareja y los hijos. En esta organización colectiva  se generaban control, regulación y vigilancia desde toda la organización familiar  extensa. En la dinámica familiar intervenían no solo los padres, también participaban los abuelos, hermanos, tíos entre otros parientes, en el nuevo grupo nuclear posee  autonomía y aparece como unidad básica e independiente en el sistema familiar. Esta autonomía e independencia permite el surgimiento de nuevas organizaciones familiares, antes mencionadas, como la familia monoparental, biparental, compuestas y  los hogares unipersonales. En estos los objetivos de la familia pasan de ser la procreación y la educación de los hijos, por lo que decaen los roles de los miembros del grupo, la función proveedora del padre y cuidadora de la madre hacia los hijos; debido a las necesidades económicas y consumistas de la familia, ambos deben ser fuerza de trabajo y proveedores, lo que genera igualdad de géneros, de responsabilidades y de roles, por lo que se descuidan la crianza de los hijos y esta se desplaza a terceros (La escuela, los abuelos, personas distintas al núcleo familiar y en algunos casos el Estado). Ante lo cual la familia pasa de ser un lugar privado, excluido  y separado de lo público,  con su propia jerarquización y normatividad regida por el padre y confirmada por la madre, a un lugar  de formación ciudadana controlada y regulada por el Estado, y por lo tanto pasa a ser un lugar público, consecuencia del reconocimiento por parte del Estado  de derechos y deberes para todo ciudadano, sobre todo para la familia; derechos de los niños, de la mujer, del hombre y leyes que regulan la dinámica familiar desde aquello que el Estado considera sano y del ordenamiento social.

A partir de la década los 90´ el avance de la modernización, los diferentes cambios económicos, jurídicos y religiosos llevarían a la familia a un proceso de desorganización, más que a la modernización de esta como institución o estructura. Los constantes cambios en la sociedad, en el sistema económico y el surgimiento de leyes que benefician al individuo más que al grupo familiar, la inclusión de la mujer como fuerza de trabajo “… Además impuso una carga insoportable a las vidas de las mujeres por su cuádruple turno diaria (trabajo remunerado, tareas del hogar, cuidado de los hijos y turno nocturno para el esposo”, el desempleo masculino y la pérdida de funciones que eran propias de la familia y que son asumidas por el Estado, han llevado a una profunda crisis en el modelo de familia tradicional, el sociólogo Manuel Castell, define a esta crisis como: “el debilitamiento de un modelo  de familia basado en el ejercicio estable de la autoridad/dominación sobre toda la familia del hombre adulto cabeza de familia”[1],  expresado en una desestructuración y disfuncionalidad en lo que respecta al grupo familiar como grupo,  pero también a cada uno de sus miembros en la interacción con el ambiente, con la sociedad y consigo mismo. El aumento del desempleo y las precarias condiciones económicas producto del capitalismo en el país, afectan a la familia en lo que respecta a su sostenimiento, y la posibilidad de brindar a sus miembros una vida digna, en lo que respecta a salud, educación y nutrición adecuados. Este factor que influye negativamente en la supervivencia del grupo familiar, especialmente en los estratos bajos  y las familias en situación de desplazamiento,  llevan a profundas crisis (económicas, sociales, emocionales) y desajustes de la dinámica familiar, tal y como lo plantea el sociólogo Manuel Castells: “la frecuencia creciente de las crisis matrimoniales y la dificultad cada vez mayor para hacer compatibles matrimonio, trabajo y vida”[2]. La falta de dinero en un gran número de familias en nuestro país, produce la pérdida del  padre como autoridad y figura de sostenimiento económico de la casa, el abandono de las actividades domesticas por parte de la madre, ante la necesidad de su aporte económico, la pérdida de un espacio idóneo  para compartir con los hijos y brindarles una constante educación,  y el enfrentamiento entre los padres referente   a la pérdida de autoridad y funciones en el grupo familiar. El tener que compartir funciones o la pérdida del status dentro del familia, afecta la dinámica de esta y la estabilidad emocional de sus miembros los cuales deben enfrentar una problemática de carácter económico y funcional, causante de la ruptura e inestabilidad de las familias “la incorporación masiva de mujeres al trabajo remunerado aumentó su poder de negociación frente a los hombres y socavó la legitimidad de su dominio como proveedores de la familia”[3].  Ante tales situaciones, el abandono de las funciones propias de cada miembro, ha llevado a que el Estado y otras Instituciones asuman estas funciones, las cuales no poseen la capacidad de brindar un desarrollo integral y por tanto sano a  los niños y jóvenes, miembros de estas familias. La educación institucional, la cual se recibe cada vez más, a  temprana edad, no permite que el niño interactué con sus padres, ni que genere vínculos afectivos sólidos, con  quienes constituyen su primer modelo de persona, ideal  del cual dependerá la construcción de su propia estructura, por lo que estos desplazan esta necesidad a los modelos brindados por la televisión, el cine, la música o grupos suburbanos, que transforman los valores propios de la tradición, de la familia, de la sociedad en general.
“la primera característica de la familia colombiana es la coexistencia de una diversidad de tipologías, correspondientes unas a la tradición cultural de las diversas regiones o etnias, y otras, a modalidades de ajuste a los contextos urbanos o rurales y a las condiciones socioeconómicas”[4] A pesar de la crisis que se experimenta en la familia patriarcal o tradicional en Colombia, han surgido nuevos modelos de familia, influenciados por los ajustes a los contextos urbanos o rurales, la condición económica, la estratificación socioeconómica, el tipo de unión y las relaciones funcionales entre los miembros “… se están experimentando otras estructuras familiares y se puede acabar reconstruyendo cómo vivimos con el otro, cómo procreamos y cómo educamos, de modos diferentes"[5]. De esta forma se encuentran familias organizadas según el matrimonio católico o civil, que constituye el tipo de unió legal en Colombia, las madres solteras, las uniones libres,  los diversos tipos de concubinatos. En lo que respecta a los miembros que conforman el grupo familiar,  se encuentran familias nucleares (papá, mamá e hijos),  familias extensas y familias reconstruidas nucleares o extensas, la mayor parte de estas de tipo patriarcal o con tendencias democráticas. “Para todas las modalidades anteriores, la característica común es la inestabilidad afectiva y cohabitacional en las relaciones de pareja y de familia, es decir: la propensión a la ruptura y a las separaciones como resultado de diversos conflictos entre los distintos miembros y/o como consecuencia de factores externos a la familia[6].

Aun en la actualidad, la mayor parte de la sociedad Colombiana y la Iglesia Católica, afirman que la familia patriarcal ha sido útil para la construcción y organización social, para la vida cotidiana de la sociedad, la continuidad y permanencia de esta. Aun así, el lugar del padre en la familia ha tenido una profunda pérdida, de funciones y autoridad. Las familias a pesar de estar conformadas por padre, madre e hijos, pueden   presentarse,  una presencia física del padre, pero ausente en sus funciones; ya sea por abandono de sus responsabilidades, en lo que respecta a la crianza de los hijos, en lo económico, producto del desempleo o la negativa de cumplir con estas obligaciones.  Por lo que la jefatura del hogar debe ser asumido en algunos casos por la mujer, ya sea por abandono masculino del hogar, rupturas conyugales, ante lo cual la madre debe asumir la custodia de los hijos, el madre solterismo adolescente y la viudez. “Como resultado de la inestabilidad y de los nuevos valores erótico-afectivos, se ha incrementado la nupcialidad reincidente, que también produce efectos complejos sobre el contexto institucional,  educativo,  jurídico,  económico y social, y da lugar a nuevas tipologías familiares…”.[7]


[1] CASTELLS, Manuel. La era de la información: Economía, Sociedad y Cultura. México D.F: Siglo XXI Editores, 2003. Pág.  160.
[2] Ibíd. pág.  163.
[3] Ibíd. pág. 160.
[4] ECHEVERRI ANGEL, Ligia. Tendencias o rupturas de la familia colombiana: Una mirada retrospectiva y prospectiva. Medellín. Universidad Nacional de Colombia, 1994. Pág. 5.
[5] Op.cit. CASTELLS, Manuel. Pág. 164.
[6] Op.cit. ECHEVERRI ANGEL, Ligia. pág. 5.
[7] Op.cit. ECHEVERRI ANGEL, Ligia. pág.  6. 

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