A pesar de que en los años 20, 30 y 40 se inició la
modernización de Colombia, nuevos conflictos entre Iglesia y Estado, y por ende las transformaciones en la
estructura de la familia Colombia, en lo
que respecta a la influencia de la religión en esta estructuración o
mantenimiento del modelo, la década de los 60 y 70 merecen ser abordados de
manera detallada, debido a los grandes aportes que la Iglesia Católica da, referente al modelo
cristiano y tradicional de la familia, contrario al avance de los modelos familiares
e influencias recibidas de otros países, la desestructuración y
disfuncionalidad de la familia como institución, estructura y grupo social. Los
aportes de la Iglesia se hacen
manifiestos en el Concilia Vaticano II que representó una renovación en la
misión evangélica de la Iglesia en todos sus campos de acción, y en especial a
la familia como Iglesia doméstica y célula fundamental de la sociedad. En esta
misma línea pero dirigida a aspectos específicos de la familia como son el
lugar de la paternidad, el uso de métodos anticonceptivos y la transmisión de
la fe y la vida, la polémica encíclica de su santidad el Papa Pablo VI. En estas dos décadas se pretende esbozar la
intervención de la Iglesia frente a muchas dificultades presentadas en los Católicos
y acatólicos, y en el mundo entero, referente a estos temas nunca antes
abordados y que surgen del influjo del modernismo en la sociedad, lo que
representa la misión de la Iglesia por
ayudar a conservar la dignidad humana, y el uso adecuado y responsable de la
sexualidad en los matrimonios, en la
familia.
Contrario a las
intervenciones de la Iglesia referente a
la familia y su estructuración y principios morales, la familia movida por la
secularización y los transformaciones que venía produciendo la modernidad en la
sociedad, pasaría de ser la base de la sociedad y se le daría este lugar al
individuo, así la familia entraría a ser la constructora de la individualidad,
(espacio de experimentación subjetiva), el individualismo (predominio de los intereses
individuales) y la privacidad (reconocimiento de privilegio del mundo subjetivo
y al sujeto individual), al ser
considerada por la sociedad como la
primera agente de socialización y modelo en la construcción de la
estructura del sujeto. Entre las transformaciones que la familia experimentaría
en la modernidad se encuentra el paso de una organización colectiva a un grupo
nuclear conformado por la pareja y los hijos. En esta organización
colectiva se generaban control,
regulación y vigilancia desde toda la organización familiar extensa. En la dinámica familiar intervenían
no solo los padres, también participaban los abuelos, hermanos, tíos entre
otros parientes, en el nuevo grupo nuclear posee autonomía y aparece como unidad básica e
independiente en el sistema familiar. Esta autonomía e independencia permite el
surgimiento de nuevas organizaciones familiares, antes mencionadas, como la
familia monoparental, biparental, compuestas y
los hogares unipersonales. En estos los objetivos de la familia pasan de
ser la procreación y la educación de los hijos, por lo que decaen los roles de
los miembros del grupo, la función proveedora del padre y cuidadora de la madre
hacia los hijos; debido a las necesidades económicas y consumistas de la
familia, ambos deben ser fuerza de trabajo y proveedores, lo que genera
igualdad de géneros, de responsabilidades y de roles, por lo que se descuidan
la crianza de los hijos y esta se desplaza a terceros (La escuela, los abuelos,
personas distintas al núcleo familiar y en algunos casos el Estado). Ante lo
cual la familia pasa de ser un lugar privado, excluido y separado de lo público, con su propia jerarquización y normatividad
regida por el padre y confirmada por la madre, a un lugar de formación ciudadana controlada y regulada
por el Estado, y por lo tanto pasa a ser un lugar público, consecuencia del
reconocimiento por parte del Estado de
derechos y deberes para todo ciudadano, sobre todo para la familia; derechos de
los niños, de la mujer, del hombre y leyes que regulan la dinámica familiar
desde aquello que el Estado considera sano y del ordenamiento social.
A partir de la década los 90´ el avance de la modernización, los diferentes
cambios económicos, jurídicos y religiosos llevarían a la familia a un proceso
de desorganización, más que a la modernización de esta como institución o estructura.
Los constantes cambios en la sociedad, en el sistema económico y el surgimiento
de leyes que benefician al individuo más que al grupo familiar, la inclusión de
la mujer como fuerza de trabajo “… Además
impuso una carga insoportable a las vidas de las mujeres por su cuádruple turno
diaria (trabajo remunerado, tareas del hogar, cuidado de los hijos y turno
nocturno para el esposo”, el desempleo masculino y la pérdida de funciones
que eran propias de la familia y que son asumidas por el Estado, han llevado a
una profunda crisis en el modelo de familia tradicional, el sociólogo Manuel
Castell, define a esta crisis como: “el
debilitamiento de un modelo de familia
basado en el ejercicio estable de la autoridad/dominación sobre toda la familia
del hombre adulto cabeza de familia”[1], expresado en una desestructuración y
disfuncionalidad en lo que respecta al grupo familiar como grupo, pero también a cada uno de sus miembros en la
interacción con el ambiente, con la sociedad y consigo mismo. El aumento del
desempleo y las precarias condiciones económicas producto del capitalismo en el
país, afectan a la familia en lo que respecta a su sostenimiento, y la
posibilidad de brindar a sus miembros una vida digna, en lo que respecta a
salud, educación y nutrición adecuados. Este factor que influye negativamente
en la supervivencia del grupo familiar, especialmente en los estratos bajos y las familias en situación de
desplazamiento, llevan a profundas
crisis (económicas, sociales, emocionales) y desajustes de la dinámica familiar,
tal y como lo plantea el sociólogo Manuel Castells: “la frecuencia creciente de las crisis matrimoniales y la dificultad
cada vez mayor para hacer compatibles matrimonio, trabajo y vida”[2].
La falta de dinero en un gran número de familias en nuestro país, produce la
pérdida del padre como autoridad y
figura de sostenimiento económico de la casa, el abandono de las actividades
domesticas por parte de la madre, ante la necesidad de su aporte económico, la
pérdida de un espacio idóneo para
compartir con los hijos y brindarles una constante educación, y el enfrentamiento entre los padres
referente a la pérdida de autoridad y
funciones en el grupo familiar. El tener que compartir funciones o la pérdida
del status dentro del familia, afecta la dinámica de esta y la estabilidad
emocional de sus miembros los cuales deben enfrentar una problemática de
carácter económico y funcional, causante de la ruptura e inestabilidad de las
familias “la incorporación masiva de
mujeres al trabajo remunerado aumentó su poder de negociación frente a los
hombres y socavó la legitimidad de su dominio como proveedores de la familia”[3]. Ante tales situaciones, el abandono de las
funciones propias de cada miembro, ha llevado a que el Estado y otras
Instituciones asuman estas funciones, las cuales no poseen la capacidad de
brindar un desarrollo integral y por tanto sano a los niños y jóvenes, miembros de estas
familias. La educación institucional, la cual se recibe cada vez más, a temprana edad, no permite que el niño
interactué con sus padres, ni que genere vínculos afectivos sólidos, con quienes constituyen su primer modelo de
persona, ideal del cual dependerá la
construcción de su propia estructura, por lo que estos desplazan esta necesidad
a los modelos brindados por la televisión, el cine, la música o grupos
suburbanos, que transforman los valores propios de la tradición, de la familia,
de la sociedad en general.
“la primera característica de
la familia colombiana es la coexistencia de una diversidad de tipologías,
correspondientes unas a la tradición cultural de las diversas regiones o
etnias, y otras, a modalidades de ajuste a los contextos urbanos o rurales y a
las condiciones socioeconómicas”[4]
A pesar de la crisis que se experimenta en la familia
patriarcal o tradicional en Colombia, han surgido nuevos modelos de familia,
influenciados por los ajustes a los contextos urbanos o rurales, la condición
económica, la estratificación socioeconómica, el tipo de unión y las relaciones
funcionales entre los miembros “… se
están experimentando otras estructuras familiares y se puede acabar
reconstruyendo cómo vivimos con el otro, cómo procreamos y cómo educamos, de
modos diferentes"[5].
De esta forma se encuentran familias organizadas según el matrimonio católico o
civil, que constituye el tipo de unió legal en Colombia, las madres solteras,
las uniones libres, los diversos tipos
de concubinatos. En lo que respecta a los miembros que conforman el grupo
familiar, se encuentran familias
nucleares (papá, mamá e hijos), familias
extensas y familias reconstruidas nucleares o extensas, la mayor parte de estas
de tipo patriarcal o con tendencias democráticas. “Para todas las modalidades anteriores, la característica común es la inestabilidad afectiva y cohabitacional en las relaciones de pareja y de familia, es decir: la propensión a la ruptura y a las separaciones como resultado de diversos conflictos entre los distintos miembros y/o como consecuencia de factores externos a la familia”[6].
Aun en la actualidad, la mayor parte de la sociedad Colombiana y la Iglesia
Católica, afirman que la familia patriarcal ha sido útil para la construcción y
organización social, para la vida cotidiana de la sociedad, la continuidad y
permanencia de esta. Aun así, el lugar del padre en la familia ha tenido una
profunda pérdida, de funciones y autoridad. Las familias a pesar de estar
conformadas por padre, madre e hijos, pueden
presentarse, una presencia física
del padre, pero ausente en sus funciones; ya sea por abandono de sus
responsabilidades, en lo que respecta a la crianza de los hijos, en lo
económico, producto del desempleo o la negativa de cumplir con estas obligaciones.
Por lo que la jefatura del hogar debe
ser asumido en algunos casos por la mujer, ya sea por abandono masculino del
hogar, rupturas conyugales, ante lo cual la madre debe asumir la custodia de
los hijos, el madre solterismo adolescente y la viudez. “Como resultado de la inestabilidad y de los nuevos valores erótico-afectivos, se ha incrementado la nupcialidad reincidente, que también produce efectos complejos sobre el contexto institucional, educativo, jurídico, económico y social, y da lugar a nuevas tipologías
familiares…”.[7]
[1]
CASTELLS, Manuel. La era de la información: Economía, Sociedad y Cultura.
México D.F: Siglo XXI Editores, 2003. Pág.
160.
[2] Ibíd.
pág. 163.
[3]
Ibíd. pág. 160.
[4]
ECHEVERRI ANGEL, Ligia. Tendencias o rupturas de la familia colombiana: Una
mirada retrospectiva y prospectiva. Medellín. Universidad Nacional de Colombia,
1994. Pág. 5.
[5] Op.cit.
CASTELLS, Manuel. Pág. 164.
[6] Op.cit.
ECHEVERRI ANGEL, Ligia. pág. 5.
[7] Op.cit.
ECHEVERRI ANGEL, Ligia. pág. 6.
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