Es en los años 20 en los que el
Modernismo tiene su mayor accionar en la sociedad Colombiana, a través de la
adopción del modelo capitalista de otros países, y su desarrollo económico, con
ella la industrialización y desarrollo de las grandes ciudades, que
empezaron a invertir en infraestructuras
y en el sector económico y productivo del país. Se pasó de ser una nación
basada en la agricultura a la tecnificación del mercado y la apertura de otros
productos. En este periodo Colombia empieza a recibir los influjos culturales
de otras naciones con las que mantenía relaciones, la importación de modelos de
familia, de pautas de crianza, propuestas religiosas diferentes al Catolicismo,
aunque se conservó la mayoría inamovible referente a su fe y a su
tradición familiar. Colombia iniciaría
una transformación que fortalecería el modelo híbrido de familia, recibiendo
gran influencia de los modelos ingleses
y norteamericanos. Con el modernismo la familia adquiere mayor acceso a
la vida íntima y privada, en especial a lo referente a la
moral sexual, a la separación de la procreación de la vida sexual de los
individuos, los derechos sexuales y reproductivos de los miembros de la
familia, por lo que se transforma en el lugar propicio para la formación de la
individualidad, el individualismo y la privacidad del sujeto. Pasaría de ser
una unidad productiva a una unidad de consumo y un agente de producción a uno
de reproducción.
Con la llegada de la Iglesia Presbiteriana a manos de Henry Barrington
Pratt el 20 de Junio de 1856 y la fundación del Colegio Americano en 1889,
empieza la expansión protestante de manera formal y las distintas estrategias
utilizadas por los Católicos ante tal amenaza que denominaban de herejética y
demoniaca, entre estas estrategias la que se hizo de manera más clara y
pública, la búsqueda de desmentir estas nuevas concepciones religiosas
distintas a las enseñanzas católicas, “Del protestantismo han emanado todos los
errores político-sociales que perturban las naciones… De aquella herejía
nacieron el siglo pasado esa mentida filosofía y ese derecho que llaman nuevo,
y la soberanía popular y esa desenfrenada violencia que muchos juzgan es
únicamente libertad… De estas se pasó á las plagas colindantes del comunismo,
del socialismo y del nihilismo, negros verdugos y casi sepulcros de la sociedad
civil”[1].
Es este quizás el inicio de la idea de la influencia Norteamericana en los
asuntos de la nación como si se tratase de un Imperialismo. Lo que lleva a los
católicos a un urgente replanteamiento de su modo de transmitir la fe, y un
llamado a la defensa de la fe, que llevaba consigo el temor al aniquilamiento
de la estructuración familiar mantenida por el catolicismo desde tiempos de la
colonia y sobre todo la identidad
nacional que representaba una nación completamente Católica, por lo que
abandonar la Iglesia no era solo dejar de ser católico sino que también
representaba la perdida de la identidad como Colombiano, era traicionar a la
nación y por último a Dios; “¡Despertad,
católicos colombianos¡ ¡No os engañéis¡ ¡ No os dejéis llevar del respeto
humano¡ Lo primero es nuestra nación; y antes que nuestra nación, está Dios”[2].
Luego en la década de los 30 y 40, periodo en el que el partido Liberal
obtuvo la presidencia, a través del Dr. Alfonso López Pumarejo, tal y como se
ha abordado anteriormente en lo que respecta a los conflictos entre Iglesia y
Estado, empieza un nuevo periodo de cambios y reformas al interior del partido
y en lo que respecta a la sociedad Colombiana. El nuevo conflicto entre la
Iglesia Católica y el presidente Alfonso López Pumarejo, llevó a las masas a
apoyar a los liberales quienes les ofrecían un desarrollo social y económico, y
sobre todo la entrada plena al modernismo. A pesar de que la mayor parte de la
población se mantenía Católica, fue decayendo el tradicionalismo, con la
presencia de nuevos grupos religiosos, los Colombianos iniciaron un siglo de
cambios que transformaría a la familia, entrando en uno de los aspectos
principales del modernismo, que era la reflexividad, lo cual afectó también a
la familia, llevando a modificar muchos aspectos tradicionalistas, como eran el
lugar de la mujer, la crianza de los hijos y el lugar del padre como figura de
autoridad y sostenimiento económico de la familia. El modernismo no solo
afectaría la dinámica familiar en Colombia a través de la reflexividad, también
se generarían cambios en los procesos productivos, como son la
industrialización fruto del crecimiento económico, lo que llevó a un
desplazamiento en la población, las familias pasaron de lo rural a lo urbano,
el asentamiento en las grandes ciudades en busca de mejores ingresos y por tanto el abandono de
las actividades del campo. Con estos cambios en los procesos productivos se
llegó a la reducción de la familia, la disminución de los nacimientos, y a un
aumento en las esperanzas de una vida digna, lo que modificó la estructura
familiar. El acceso a nuevas pautas de consumo y trabajo, permitió que las
familias pudiesen acceder a bienes y
servicios, acceso de manera masiva, en lo que respecta a la educación,
salud, seguridad social; aunque la oferta fue estratificada, produciendo
desigualdad social , con ello se genera la inclusión de la mujer como fuerza de
producción remunerado, la promoción de la individualización o libertad social,
el reconocimiento de los derechos de niños y mujeres, el cuestionamiento del
poder patriarcal dentro de la familia, la transformación de la intimidad, la
sexualidad y la búsqueda de nuevas
identidades. Uno de los aspectos que más afectó la relación religión-familia y
que daría como resultado nuevas estructuras familiares seria la progresiva
secularización de la actividad colectiva, lo que lleva al sujeto a una ética
individual, distanciada de los castigos y amenazas de la Iglesia, de esta forma
el modelo de familia nuclear (Papá, Mamá e Hijos), iría en disminución y surgirían
así las familias monoparentales (un solo padre o madre), las familias extensas
(padre o madre o ambos con sus hijos y otros parientes), las familias compuestas (padres provenientes
de familias distintas que se unen para formar una nueva familia, con sus hijos
o los hijos del otro cónyuge), las familias biparentales sin prole (esposo y
esposa sin hijo) y los hogares unipersonales (unidades residenciales domesticas
habitadas por una sola persona), estos nuevos modelos de familia poseen la característica de tener hijos o no
tenerlos según el criterio de los conyuges, basados en la libertad de acción y
el desligamiento de los preceptos religiosos, en este aspecto de la regulación de la natalidad los
hijos pasarían de ser una inversión a considerarse un gasto, en tiempos de la
colonia y la independencia el número de hijos representaba un incremento en la
fuerza de trabajo, por lo que se consideraría una inversión de tipo económico y
productivo, a mayor número de hijos, mayor número de trabajadores en las actividades
realizadas por la familia, especialmente las familias campesinas. Con la
llegada de la modernidad y el capitalismo y el desligamiento de la familia de
la producción, fruto de la industrialización y el paso a una sociedad de
consumo, llevaría a la disminución de los hijos ante el incremento de los
gastos, ocasionados por las necesidades
que debían ser satisfechas y la obligación que adquieren los padres en la
crianza de los hijos, determinadas ahora por el estado, obligaciones como la
educación, la salud y una vida digna que aparecen en el contexto moderno como
derechos fundamentales y asignados a la familia en su defensa y cumplimiento.
Con la modernidad también surge el
cuestionamiento del padre como figura de
autoridad, del control y regulación patriarcal masculina en el núcleo
familiar. Se llega de igual forma al cuestionamiento de la autoridad de la
Iglesia y su regulación social, se daría
paso con el modernismo a una sociedad consumista, individualizada y sobre todo
ampliamente secular, que determinaba desde
la consideración de bueno o malo aquello que esa persona misma decidía,
ya no bajo el determinismo religioso, sobre el cumplimiento de leyes y
preceptos religiosos, sino bajo la libertad de acción.
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