viernes, 26 de octubre de 2012

La familia colombiana en la modernidad y la caída del padre - Principios del siglo XX.


Es en los años 20  en los que el Modernismo tiene su mayor accionar en la sociedad Colombiana, a través de la adopción del modelo capitalista de otros países, y su desarrollo económico, con ella la industrialización y desarrollo de las grandes ciudades, que empezaron  a invertir en infraestructuras y en el sector económico y productivo del país. Se pasó de ser una nación basada en la agricultura a la tecnificación del mercado y la apertura de otros productos. En este periodo Colombia empieza a recibir los influjos culturales de otras naciones con las que mantenía relaciones, la importación de modelos de familia, de pautas de crianza, propuestas religiosas diferentes al Catolicismo, aunque se conservó la mayoría inamovible referente a su fe y a su tradición  familiar. Colombia iniciaría una transformación que fortalecería el modelo híbrido de familia, recibiendo gran influencia de los modelos ingleses  y norteamericanos. Con el modernismo la familia adquiere mayor acceso a la vida  íntima y  privada, en especial a lo referente a la moral sexual, a la separación de la procreación de la vida sexual de los individuos, los derechos sexuales y reproductivos de los miembros de la familia, por lo que se transforma en el lugar propicio para la formación de la individualidad, el individualismo y la privacidad del sujeto. Pasaría de ser una unidad productiva a una unidad de consumo y un agente de producción a uno de reproducción.

Con la llegada de la Iglesia Presbiteriana a manos de Henry Barrington Pratt el 20 de Junio de 1856 y la fundación del Colegio Americano en 1889, empieza la expansión protestante de manera formal y las distintas estrategias utilizadas por los Católicos ante tal amenaza que denominaban de herejética y demoniaca, entre estas estrategias la que se hizo de manera más clara y pública, la búsqueda de desmentir estas nuevas concepciones religiosas distintas  a las enseñanzas católicas, “Del protestantismo han emanado todos los errores político-sociales que perturban las naciones… De aquella herejía nacieron el siglo pasado esa mentida filosofía y ese derecho que llaman nuevo, y la soberanía popular y esa desenfrenada violencia que muchos juzgan es únicamente libertad… De estas se pasó á las plagas colindantes del comunismo, del socialismo y del nihilismo, negros verdugos y casi sepulcros de la sociedad civil”[1]. Es este quizás el inicio de la idea de la influencia Norteamericana en los asuntos de la nación como si se tratase de un Imperialismo. Lo que lleva a los católicos a un urgente replanteamiento de su modo de transmitir la fe, y un llamado a la defensa de la fe, que llevaba consigo el temor al aniquilamiento de la estructuración familiar mantenida por el catolicismo desde tiempos de la colonia  y sobre todo la identidad nacional que representaba una nación completamente Católica, por lo que abandonar la Iglesia no era solo dejar de ser católico sino que también representaba la perdida de la identidad como Colombiano, era traicionar a la nación y por último a Dios; “¡Despertad, católicos colombianos¡ ¡No os engañéis¡ ¡ No os dejéis llevar del respeto humano¡ Lo primero es nuestra nación; y antes que nuestra nación, está Dios”[2].


Luego en la década de los 30 y 40, periodo en el que el partido Liberal obtuvo la presidencia, a través del Dr. Alfonso López Pumarejo, tal y como se ha abordado anteriormente en lo que respecta a los conflictos entre Iglesia y Estado, empieza un nuevo periodo de cambios y reformas al interior del partido y en lo que respecta a la sociedad Colombiana. El nuevo conflicto entre la Iglesia Católica y el presidente Alfonso López Pumarejo, llevó a las masas a apoyar a los liberales quienes les ofrecían un desarrollo social y económico, y sobre todo la entrada plena al modernismo. A pesar de que la mayor parte de la población se mantenía Católica, fue decayendo el tradicionalismo, con la presencia de nuevos grupos religiosos, los Colombianos iniciaron un siglo de cambios que transformaría a la familia, entrando en uno de los aspectos principales del modernismo, que era la reflexividad, lo cual afectó también a la familia, llevando a modificar muchos aspectos tradicionalistas, como eran el lugar de la mujer, la crianza de los hijos y el lugar del padre como figura de autoridad y sostenimiento económico de la familia. El modernismo no solo afectaría la dinámica familiar en Colombia a través de la reflexividad, también se generarían cambios en los procesos productivos, como son la industrialización fruto del crecimiento económico, lo que llevó a un desplazamiento en la población, las familias pasaron de lo rural a lo urbano, el asentamiento en las grandes ciudades en busca de  mejores ingresos y por tanto el abandono de las actividades del campo. Con estos cambios en los procesos productivos se llegó a la reducción de la familia, la disminución de los nacimientos, y a un aumento en las esperanzas de una vida digna, lo que modificó la estructura familiar. El acceso a nuevas pautas de consumo y trabajo, permitió que las familias pudiesen  acceder a bienes y servicios, acceso de manera masiva, en lo que respecta a la  educación,  salud, seguridad social; aunque la oferta fue estratificada, produciendo desigualdad social , con ello se genera la inclusión de la mujer como fuerza de producción remunerado, la promoción de la individualización o libertad social, el reconocimiento de los derechos de niños y mujeres, el cuestionamiento del poder patriarcal dentro de la familia, la transformación de la intimidad, la sexualidad  y la búsqueda de nuevas identidades. Uno de los aspectos que más afectó la relación religión-familia y que daría como resultado nuevas estructuras familiares seria la progresiva secularización de la actividad colectiva, lo que lleva al sujeto a una ética individual, distanciada de los castigos y amenazas de la Iglesia, de esta forma el modelo de familia nuclear (Papá, Mamá e Hijos), iría en disminución y surgirían así las familias monoparentales (un solo padre o madre), las familias extensas (padre o madre o ambos con sus hijos y otros parientes),   las familias compuestas (padres provenientes de familias distintas que se unen para formar una nueva familia, con sus hijos o los hijos del otro cónyuge), las familias biparentales sin prole (esposo y esposa sin hijo) y los hogares unipersonales (unidades residenciales domesticas habitadas por una sola persona), estos nuevos modelos de familia poseen  la característica de tener hijos o no tenerlos según el criterio de los conyuges, basados en la libertad de acción y el desligamiento de los preceptos religiosos, en este  aspecto de la regulación de la natalidad los hijos pasarían de ser una inversión a considerarse un gasto, en tiempos de la colonia y la independencia el número de hijos representaba un incremento en la fuerza de trabajo, por lo que se consideraría una inversión de tipo económico y productivo, a mayor número de hijos, mayor número de trabajadores en las actividades realizadas por la familia, especialmente las familias campesinas. Con la llegada de la modernidad y el capitalismo y el desligamiento de la familia de la producción, fruto de la industrialización y el paso a una sociedad de consumo, llevaría a la disminución de los hijos ante el incremento de los gastos,  ocasionados por las necesidades que debían ser satisfechas y la obligación que adquieren los padres en la crianza de los hijos, determinadas ahora por el estado, obligaciones como la educación, la salud y una vida digna que aparecen en el contexto moderno como derechos fundamentales y asignados a la familia en su defensa y cumplimiento. Con la modernidad también surge  el cuestionamiento del padre como figura de  autoridad, del control y regulación patriarcal masculina en el núcleo familiar. Se llega de igual forma al cuestionamiento de la autoridad de la Iglesia y su  regulación social, se daría paso con el modernismo a una sociedad consumista, individualizada y sobre todo ampliamente secular, que determinaba desde  la consideración de bueno o malo aquello que esa persona misma decidía, ya no bajo el determinismo religioso, sobre el cumplimiento de leyes y preceptos religiosos, sino bajo la libertad de acción.


[1]Op.cit. ARBOLEDA MORA, Carlos.  pág. 47
[2] Op.cit. ARBOLEDA MORA, Carlos.  pág. 49

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