La historia de la
familia en Colombia no inicia con la llegada de los Españoles, como quizás
puede llegar a dar la impresión el subtitulo que encabeza el presente escrito. En la época
precolombina los nativos, quienes
habitaban no en un territorio delimitado por el nombre de Colombia, ni aun por
la denominación de continente Americano, sino por un vasto territorio, en el
que se encontraban ubicados por las condiciones favorables de la tierra y de
los recursos brindados por el medio, poseían, contrario a lo que consideraban
los españoles, una organización y un desarrollo social avanzado, algo que
generó en los mismos conquistadores admiración y asombro. Algunos se
encontraban organizados en cacicazgos de
carácter hereditario-sedentario y otros en
pequeños grupos o tribus, dedicadas a la recolección y la pesca
ocasional y por tanto nómada. Los pueblos más avanzados representados en las
dos familias más grandes los Chibchas en los que se encontraban los Muiscas,
los Taironas, los Cuevas y los cunas del Darién y los Caribes que incluían los
indios del Magdalena y de la costa Atlántica y el rio Cauca (Pantágoras, Muzos,
Panches y Pijaos), se dedicaban principalmente a la agricultura,
inicialmente al cultivo de la yuca, y
luego con el aumento en la población y la influencia de los pueblos Aztecas y
Mayas provenientes del Norte se inició el cultivo del maíz, a pesar de que se
posee poca información acerca de la historia de estos pueblos, debido a
reducidas excavaciones realizadas, aun así los historiadores y sociólogos
coinciden interpretando la poca
información y de los datos registrados por los mismos españoles, que
estos pueblos se encontraban en una organización semejante a los reinos y
noblezas ya conocidos por los Europeos, estos conformaban grandes pueblos que
dependían principalmente de la agricultura y el intercambio comercial con pueblos
vecinos. La presencia de mitos y
leyendas, las cuales realmente surgen de la interpretación de los españoles
frente a los ritos realizados por estos pueblos para rendir culto a sus dioses,
como es el caso de la leyenda del Dorado, en los chibchas, la cual surge
de la forma particular de elegir al
heredero del cacicazgo, el cual debía purificarse en una cueva sin tener
relaciones sexuales, y después era cubierto de polvo de oro y junto con los
sacerdotes ofrendaban objetos de oro, simbolizando los cinco soles cósmicos y
luego debía sumergirse, lo cual fue denominado por los conquistadores como el Dorado,
la creencia de que existía una ciudad en la que se encontraba todo ese oro. La
presencia de estas creencias, eran el resultado de un avance en la astrología y
las matemáticas en estos pueblos, los
cuales poseían su propio calendario en el que los días eran contados por soles
y los meses por lunas con sus menguantes y crecientes, dividido en cuatro
partes, y junto a esto sus fiestas muy similares a las fiestas celebradas en
Europa y Asia, entre estas se encontraban las fiestas de las cosechas y las
siembras, con agradecimientos y peticiones al
dios Sol (Bochica).
La complejidad de
esta sociedad precolombina se manifiesta en la organización familiar representada
principalmente por las características que poseía la forma de sucesión del
cacicazgo. Para estas primeras sociedades del territorio Colombiano era tan
importante conservar la descendencia noble, que en algunos pueblos se
practicaba la endogamia como la forma más efectiva de mantener la dignidad y la
nobleza. De este mismo modo el cacicazgo era heredado por el hijo mayor del
cacique, y en otros era el hijo mayor de la hermana del cacique quien heredaba.
Es así como la
familia estaba influenciada principalmente en los aspectos religiosos que les
concedían el carácter divino al cacique
y su familia, pero también del carácter político y económico. La gran necesidad
de muchos de estos pueblos de defenderse frente a las amenazas de invasión
de pueblos vecinos, los llevaba a elegir
caciques que proporcionaran unidad y
seguridad a la tribu, este es el caso de los pueblos que no se organizaban por
el cacicazgo, sino que poseían un comunismo primitivo, donde todos los
integrantes de la tribu poseían el mismo status y las mismas responsabilidades
dentro de la organización social. Pero más que simples cacicazgos y familias
endogámicas, estos mostraron su complejidad sobre todo en la división social,
en la que se encontraban nobles, guerreros, artesanos y la amplia población
dedicada a la agricultura y el comercio.
Al llegar los españoles
a la Colombia precolombina, les llamó la atención esta compleja organización
social, lo que los llevó a mantener inicialmente un intercambio pacifico y sin
interés alguno de colonización. Solían llegar a las costas de la Guajira, Santa
Marta y el Urabá, y cambiaban a los nativos peines, vidrios, agujas, tijeras,
cuentas de colores, cintas y papeles por grandes cantidades de oro, el cual era
destinado a los gastos del viaje, el resto era partido entre los ocupantes del
navío y los financiadores del viaje. El insaciable deseo de oro por parte de
los españoles los llevó a conseguir mediante falsos informes, cedulas reales
para legalizar la esclavitud de estos indios y pudieran ser considerados como
caribes (caníbales) “en 1503 la Reina Isabel permitió que se capturaran como esclavos los
“caribes”, nombre que se daba a los indios caníbales y belicosos”.
Fue a través de la
esclavización de los nativos, del robo del oro y la toma de las aldeas como se
inició la colonización en lo que se
denominó el Virreinato de la Nueva Granada, aun sin haber presencia de la
Iglesia Católica, ni de monjes o frailes que los persuadieran a convertirse al
cristianismo, estos fueron acusados de no querer bautizarse y de ser caníbales
por lo tanto esclavizables “los que se resistieran, se enfrentaran violentamente
a los españoles o se opusieran a la predicación del evangelio podrían ser
esclavizados”, de esta forma los
conquistadores consiguen la aprobación por parte de la monarquía y de la
Iglesia de entrar - fuego y sangre
– “Esta decisión se fundaba en que los indios no habían
aceptado “ser doctrinados en las cosas de nuestra Santa Fe Católica, ni estar a
su servicio y en su obediencia”; muchas veces, dice la Cédula Real, “los habían
requerido... que fuesen cristianos y se convirtiesen”, pero no habían querido.
Por estas razones, se autorizaba su captura”, algo que no
debían realizar, ya que la corona los
consideraba como vasallos libres, propiedad de los reyes y nadie podía
esclavizarlos o matarlos según la bula Veritas Ipsa o Sublimis Deus del Papa
Paulo III en el año de 1537 “...Aquellos indios, como verdaderos hombres que son, no solamente son
capaces de la fe cristiana, sino que se acercan a ella con muchísimo deseo,...
con autoridad apostólica por las presentes letras determinamos y declaramos,...
que los dichos indios y todas las otras naciones que en lo futuro vendrán a
conocimiento de los cristianos, aún cuando estén fuera de la fe, no están sin
embargo privados ni hábiles para ser privados de su libertad ni del dominio de
sus cosas”. A través de Paulo III se reconoce la capacidad que
poseían los indios de la racionalidad, por lo que se les concedía la dignidad
de “verdaderos hombres” y
resaltando que su capacidad no solo les permitía acoger la fe, a la cual todos
estaban llamados tanto niños como adultos por lo que no era necesario tener
conciencia del bautismo solo disposición por parte del bautizado o de sus
padrinos, sino que también existía por parte de estos una cercanía a la
predicación y las enseñanzas de la Iglesia. Lo que permite ir mas allá del
simple hecho de querer ser bautizados, sino que su deseo de interactuar con los
españoles, no responde a la imagen caricaturesca de indios que adoraban a los españoles
como a dioses, lo cual está mas atravesado por el narcisismo propio de la
nobleza, sino que estos poseían un deseo de acoger nuevos conocimientos de
realidades ajenas a ellos, admiración por objetos nunca antes vistos, ni
imaginados por ellos, pero a los cuales se acercaban para conocerlos, para el
intercambio cultural y comercial. El valor asignado a los metales preciosos
permitía en la construcción psíquica de
los indios ser intercambiados por objetos desconocidos que en algún momento
también causaron admiración en los mismos habitantes del viejo mundo, un peine
poseía por tanto igual o quizás más valor que un objeto de oro o plata, por su
carácter de innovador y desconocido, lo que permite en los Europeos dar dinero
por un peine, igual los indios dar oro o perlas, que constituía lo cotidiano y
conocido por ellos, la forma como comercializaban los productos en Pesos Oro,
el mismo comercio complejo y constante en el que se basaban estas culturas
refleja, el desarrollo psíquico de estas personas, el cual no se refería al
primitivo trueque, como parece evidenciar el intercambio de metales preciosos
por objetos de aparente carencia de valor (peines, vidrios, agujas tijeras
etc.), sino que era realmente un intercambio
comercial entre lo que poseía un gran valor para los indios (oro,
esmeraldas, perlas) y aquello de lo que se valieron los Españoles para
intercambiar (peines, vidrios, agujas tijeras etc.), en un intento por engañar
a quienes consideraban inferiores. Contrario a lo planteado por la Iglesia en
su afán por difundir el evangelio a todos los hombres y de darles la dignidad
de hijos de Dios a través del bautismo, los conquistadores alegaban y
justificaban la esclavitud confirmando el canibalismo, como muestra de la
irracionalidad de los indios, de una aparente inmadurez psicológica y por lo tanto eran comparables con los
animales, inferiores a los hombres y los cuales recurriendo a la tradición
judeo-cristiana están sometidos a la humanidad “Mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal
que repta sobre la tierra”. Es así como estos, consiguen la aprobación por
parte de la Corona de esclavizar a los indios. Así se da inicio a la
colonización que resultó ser una entrada violenta y sanguinaria contra aquellos
que se resistían a entregar su oro o no aceptaban ser esclavizados. Con este
encuentro entre españoles e indios, se genera un choque entre culturas, el cual
terminó con el aniquilamiento del orden social de los nativos y la imposición
burda del nuevo orden social español. A pesar de esto, la resistencia de los
pueblos indígenas, las constantes luchas libradas contra los españoles,
permiten dar cuenta del desarrollo social y de la identidad cultural, de la
defensa de sus costumbres, de sus pertenencias y de la presencia de la libertad
como una construcción no solo subjetiva, sino más bien colectiva, en los
pueblos indígenas. La historia de la familia en la colonia inicia, con una
serie de abusos, de actos repudiados tanto por la Iglesia como por la monarquía
pero ante lo que no se hizo nada efectivo, la astucia de los españoles les
permitía interpretar las cédulas reales de manera que se beneficiaran de las
mismas. Con la entrada violenta a los pueblos, se generaban violaciones, raptos
y el mantenimiento de coitos sexuales esporádicos con las mujeres de estos
pueblos “fue repartida esta presa por los
capitanes y soldados, según al teniente (Jiménez de Quesada) pareció,
procuraron todos enseñar la lengua española a estas mujeres para poder entenderse
con ellas, la cual tomaron en breve”,
lo que provocó el surgimiento de un nuevo grupo el cual no se sabía cómo
incluirlo dentro de la sociedad ya que
eran hijos ilegítimos de españoles e hijos de indias no bautizadas. Este hecho
fue notificado a los reyes y a la
Iglesia, quienes indignados prohibieron toda unión con indias que no estuviesen
bautizadas “que ningún cristiano se eche
con india que no sea cristiana”,
y los hijos de estas no podían ocupar cargos públicos como encomendaderos,
ni podían llegar a ser sacerdotes, a menos que fuesen legitimados por sus
padres, los cuales fueron muy pocos casos. Ante tal situación los españoles resolvían bautizar
ellos mismos a las indias antes de acostarse con ellas y así resolvían uno de
sus principales problemas, por lo que
fueron luego obligados a casarse con ellas o con mujeres españolas, los
cuales eran matrimonios poco comunes ya que las mujeres españolas eran muy
pocas en las indias. Frente a esta situación fue creciendo la población de
mestizos, entre los cuales algunos pocos eran acogidos por su familia española
y criados, aunque no gozaban de los privilegios que gozaban los hijos
legítimos. Ni con el matrimonio entre españoles e indias o españolas se logró
erradicar esta práctica, y las indias se convirtieron en concubinas, de las
cuales los mismos españoles se admiraban de la forma tan especial como los
trataban “Las indígenas que se apañaban
con los conquistadores eran como perros domésticos, estas mujeres criadas para
obedecer y depender, preferían un amo que formaba parte del mundo de los
fuertes y triunfadores, antes que ningún señor o que un amo sumido en el
desconcierto del derrumbamiento de su propio mundo”
Este primer
encuentro entre culturas, basado en encuentros sexuales esporádicos y violaciones,
impuso a los nativos un nuevo modelo de familia, en el que se debían adherir
por ley los esclavos que estaban obligados a servir a sus señores y los pocos
mestizos legitimados que no encontraban ninguna dificultad con la esposa de su
padre, normalmente era posible cuando no se tenía hijos dentro del matrimonio.
La religión surge aquí más como una imposición y un método anticonceptivo que
por una predicación basada en la convicción y la conversión del indio. Lo que
lleva a la Iglesia Católica a emprender una evangelización basada en la bula
papal Inter Coetera del 4 Mayo de 1493 de Alejandro VI, en las tierras
descubiertas por Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa. Con la llegada de los frailes mendicantes encargados de la
predicación del nuevo mundo, de Franciscanos y Dominicos a la ciudad de Santa
Marta se inicia una ruptura entre las antiguas formas de gobierno y la
exigencia por parte de la monarquía de organizarse en pueblos, quienes eran
asignados a una orden religiosa para su evangelización. De esta forma se
encuentra en la Iglesia Católica la posibilidad de ser tratados con dignidad o
al menos de conseguir un matrimonio con un español. Los mestizos que eran
legitimados, resolvieron aspirar al sacerdocio como salida a la discriminación
racial vivida en ese momento en toda América, y brindó a la Iglesia la solución
a un problema que venía preocupándolos, la falta de clero.
Estos nuevos
sacerdotes conocedores del español y de las lenguas indígenas, hacían más fácil
la evangelización y cristianización del Virreinato de la Nueva Granada. La
adquisición de nuevas leyes inspiradas en la doctrina de la Iglesia y las
exigencias de la corona, fueron posibles a través de un método ideado por los
frailes, que consistía en tomar los símbolos
cristianos y darles otro contenido, asimilable para los indígenas y que
tuviesen elementos propios del medio en el que se encontraban, otros por el
contrario tomaban los símbolos indígenas
y les daban un contenido cristiano, lo que dio origen a la religiosidad popular. Un ejemplo claro es la comparación entre
Tonantzin, una de las formas de la diosa madre en Mesoamérica, con la virgen
María y a Ometéotl, señor de la dualidad para significar a Dios, en otros
lugares se asociaba a la Pachamama con todas las advocaciones marianas y a
Cristo con Taitacha Temblores, divinidad que protegía de los desastres
naturales. Esta ingeniosa idea permitió
la rápida expansión del cristianismo, ya que permitía tramitar de manera rápida
y sana la ruptura generada en las simbolizaciones propias de las culturas
indígenas (ritos, costumbres, organización social y familiar, formas de
comercio, economía, religión etc.) por las creencias y costumbres cristianas,
infundidas tanto por la Iglesia como por la Corona. Aunque generó un mal aun mayor dentro del
seno de la Iglesia referente al Dogma. “Lo que ocurre en la época de la Colonia en Colombia es
que hay un gran control socio religioso sobre la vida y los comportamientos,
además de que los valores cristianos se van incrustando en la cultura y se
puede hablar de una cultura cristiana en términos globales”,
con esta
evangelización inicia la historia entre las constantes transformaciones en la
familia Colombiana producto de la interiorización de las enseñanzas católicas,
sus ritos y costumbres. La organización social se centró en la familia, la
cual debía estar ligada al santo Matrimonio Católico
como la única forma viable de acceder a la unión entre un hombre y una mujer,
aparece el concepto de pecado, refiriéndose a las distintas actividades
rechazadas por la Iglesia entre la cual se encontraba la endogamia; el bautismo
como el medio por el cual hacerse hijos de Dios y adquirir el carácter de seres
humanos, así como la conformación de familias nucleares, compuestas por un
hombre, una mujer y sus hijos, como base de la sociedad, aunque la dinámica
social giraba en torno a todo el macro grupo familiar conformada por los
padres, abuelos, hijos, sobrinos y hermanos entre otros miembros (familia
extensa); contrario a lo que podría llegarse a pensar, las familias en tiempos de la colonia, no estaban conformadas
por altos números de hijos, lo que respecta a las familias de clase media y
baja vivían en cuartos reducidos y con
poca ventilación en el cual se realizaban la mayor parte de las actividades
familiares, como el cocinar y el lavar, es así que los miembros de la familia
dormían en la misma cama. Las familias normalmente estaban compuestas por el
padre, la madre y tres o cuatro hijos, debido a los altos índices de mortalidad
infantil, la mayoría de los hijos morían por causas muy diversas, entre las
cuales se encuentran la pobreza y la falta de atención médica. Los conceptos de
privacidad y de individuo no
existían en la sociedad, debido a que
esta se encontraba compuesta por familias, como pequeños grupos en los que se
desarrollaban todas las actividades de la vida diaria, el trabajo, la
educación, los oficios domésticos, inclusive el asistir los domingos a la misa,
único lugar público en el que se desenvolvían las personas, constituía una
actividad realizada en familia. Es por eso que el término más adecuado para referirse a quienes
componían la familia sería el de miembros,
los cuales poseían un lugar y funciones determinadas por el poder eclesiástico
y civil. Estas condiciones propiciaban problemáticas tales como el abuso y el
acoso sexual a las mujeres, los cuales en la mayoría de los casos eran
ocasionados por los maridos o los padrastros, por lo que el número de madres solteras en la colonia era
elevado, éstas normalmente no estaban casadas o no convivían con el padre de
sus hijos, el abandono de los hijos en hospicios o iglesias, por cuestiones
tales como la pobreza en las familias de clase media y baja y la ilegitimidad
en familias adineradas. Los miembros de la familia no solo eran los padres y
los hijos, las familias también estaban compuestas por la servidumbre, una hermana del padre o la
madre, una madre soltera o un sobrino huérfano; también se encontraban hermanos
o hermanas solteras y sin hijos, que vivían en una misma casa y se organizaban
como familia ante la sociedad, esto eran variados, diversos pero reducidos.
Los niños constituían para las familias a partir de los 10 años fuerza de
trabajo, por lo cual era conveniente el alto número de hijos. Este aun antes de
nacer pertenecía al padre en lo que constituía la patria potestad. El cuidado de los niños al nacer, en su mayoría de clase alta y
media, se le transfería a una nodriza o amas de cría, las cuales eran ajenas al
ambiente familiar, y proveían al niño de
la alimentación, inclusive del periodo de lactancia, ante lo cual contrataban
mujeres recién paridas, que abandonaban a sus hijos para trabajar en la crianza
de niños cuyos padres poseían mejor
condición económica, de aquí surge el termino
hermanos de leche. Estas también se encargaban de que los niños
no adquirieran comportamientos semejantes a los animales, debido a que se tenía
la creencia de conducir a los niños recién nacidos y vestirlos con una faja
para que no se desviara su comportamiento y se convirtieran en animales. En las familias de clase baja o sectores
pobres, la crianza de los hijos desde el
nacimiento hasta los tres años correspondía a la madre, lo que constituía para la Iglesia
Católica un medio de planificación natal. A partir de los 4 años hasta los 25
años de edad, los hijos eran subordinados al padre, el cual les brinda comida,
vestido y vivienda a cambio de respeto y sumisión; este acuerdo le daba al
padre, derecho de usufructuar las ganancias salariales de sus hijos
trabajadores. Existían cuatro formas de ejercer el poder los padres sobre sus
hijos, a través del matrimonio legal o católico, que constituían uniones de
conveniencia entre familias, por decisión judicial, el padre podía acudir ante
un juez y determinar la sumisión del hijo, cuando este por rebeldía se
rehusase a someterse, si el padre
hubiera liberado al hijo de su poder, pero cometiera una falta, retornaría al
poder del padre y por medio de la adopción.
El padre le proveía a los hijos de cuidados y orientación, su labor se encontraba
en el civilizar, domesticar y domar a
los hijos a través de la autonomía y la represión, lo que garantizaría la
supervivencia del niño y favorecería su crecimiento, el desarrollo psicosocial
y la aprehensión de conocimientos o
profesión, normalmente, se heredaba el
oficio del padre y sus herramientas. A partir de los 12 años, el niño debía
aprender un oficio, por lo que debía trabajar para su padre u otra persona como
aprendiz o sirviente.
Con la influencia Española,
específicamente Católica, los hombres desde que nacían, poseían una
diferenciación o categorización; de esta
forma existían libres o esclavos, nacidos o por nacer, clérigo o civil, por su
religión o sexo. La estratificación social, determinada por la cultura
Española, iniciaba con los hijos del Rey, los cuales eran denominados Infantes,
definido como “mozo menor de siete años,
que está sin pecado y sin mancha alguna.
Los hijos de los nobles eran llamados Infanzón, categoría que heredaba de su
padre, le seguían el Hidalgo “persona noble de casa y solar conocidos y como
tal está exento de los pechos y derechos que pagan los villanos” aunque estos
no poseen los privilegios que poseen los noble, los hijos de los nobles que no
poseían riquezas se llamaban Escuderos, estos se denominaban de esta forma
por su condición o situación más que por una categoría. Por último se
encuentran los hijos de la tierra que eran los huérfanos, los cuales se
diferenciaban del resto de la sociedad por el término latino ignotibus parentibus natus y los hijos de la piedra, (expositum, fortune
infans) que eran igualmente huérfanos
que sobrevivían a través del pedir limosnas y de los cuales no se sabía nada de
sus padres.
De esta forma se mantuvo gracias al
yugo mantenido por los españoles sobre todos los nativos, los mestizos y aun
las pocas comunidades africanas, hasta los tiempos de ideas revolucionarias, que llevarían a la
independencia.